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Escritores y gatos

31 agosto, 2020

Feliinos y escritores, un vínculo poderoso

Agosto mes de gatos. ¿Qué vínculo poderoso une a felinos, la literatura y a reconocidos escritores? Será por su carácter solitario o su forma de ser individualista, sin pedir demasiada atención… Lo cierto es que no hay animal tan afín a un escritor como el gato.

Cortázar adoraba tanto a los gatos que los incluyó en algunas de sus obras, entre ellas Rayuela (1963) y El último round (1969). En su vida hubo dos que recibieron toda la atención del escritor: Teodoro W. Adorno; espécimen macho, llamado así por el filósofo y sociólogo alemán; y Flanelle, una hembra, cuyo nombre significa “franela”, en francés.

Doris Lessing, ganadora del Premio Nobel de Literatura en 2007, concibió todo un tratado sobre el amor humano hacia los gatos. En su libro de memorias titulado On Cats, la escritora británica colecciona historias felinas que mercaron su trayectoria.

Beppo y Odín fueron las mascotas de Borges, quien profesaba un gran amor por los gatos. El primero llevaba el nombre de un personaje de Byron, mientras que el segundo se llamaba como el principal dios de la mitología nórdica.

Spider, el gato de Patricia Highsmith. La prolífica autora de El Talento de Mr. Ripley y Extraños en un tren mostró una gran pasión por los gatos, y la leyenda cuenta que llegó a tener seis, en su mayoría siameses. Dormían con ella, la observaban y rondaban por su mesa mientras escribía.

El escritor y periodista Ernest Hemingway profesaba un cariño muy sincero a los felinos, su amor a los gatos es tan conocido que la periodista estadounidense Carlene Fredericka Brennen decidió escribir el libro “Los gatos de Hemingway”, en el que narra su relación con estos animales.

El poeta inglés lord Byron fue un genio excéntrico que decidió que en su vida no podían faltar los animales. Así, contó con la compañía de caballos, monos, águilas, gallinas de Guinea, tejones, gansos, grullas egipcias, cuervos, pavos reales, halcones e, incluso, un oso.  Al morir su gato Boastwain, escribió a modo de epitafio:

 

«Aquí reposan los restos de una criatura

que fue bella sin vanidad,

fuerte sin insolencia,

valiente sin ferocidad,

y tuvo todas las virtudes del hombre

sin ninguno de sus defectos.»

 

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